DIA DEL NIÑO


PESAR POR EL FALLECIMIENTO DE OSVALDO ALVAREZ GUERRERO


La Juventud Radical Del Parque expresa su profundo pesar por el fallecimiento de ex gobernador de la provincia de Río Negro, Osvaldo Alvarez Guerrero.
El doctor Alvarez Guerrero fue gobernador de Río Negro tras la vuelta de la democracia en nuestro país en 1983. Previamente fue Diputado Nacional, desde 1973 hasta el golpe militar de 1976.
Tras su gestión en el gobierno rionegrino, en 1987, ocupa nuevamente una banca en la Cámara de Diputados de la Nación. Alvarez Guerrero también condujo la Convención Nacional de la UCR en 1991.
Fue presidente de la Fundación Arturo Illia por la Democracia y la Paz, donde dirigió la revista Ciudadanos. También escribió varios libros, entre los que se destacan, “Etica Radical”, “El nombre de las cosas” y “El Radicalismo y la ética social”.
Desde la Juventud Radical Del Parque queremos hacerle llegar nuestras condolencias en este difícil momento a familiares, amigos y correligionarios.

Manifiesto de la Junta Revolucionaria de la Revolucion del Parque (26 de Julio de 1890)

Al Pueblo:

El patriotismo nos obliga a proclamar la revolución como recurso extremo y necesario para evitar la ruina del país. Derrocar un gobierno constitucional, alterar sin justo motivo la paz pública y el orden social, sustituir el comicio con la asonada y erigir la violencia en sisema político, sería cometer un verdadero delito de que nos pediría cuenta la opinión nacional. Pero acatar y mantener un gobierno que representa la ilegalidad y la corrupción; vivir sin voz ni voto la vida pública de un pueblo que nació libre; ver desaparecer día por día las reglas, los principios, las garantías de toda administración pública regular, consentir los avances al tesoro, la adulteración de la moneda, el despilfarro de la renta; tolerar la usurpación de nuestros derechos políticos y la supresión de nuestras garantías individuales que interesan a la vida civil, sin esperanza alguna de reacción ni de mejora, porque todos los caminos están tomados para privar al pueblo de gobierno propio y mantener en el poder a los mismos que han labrado la desgracia de la República; saber que los trabajadores emigran y que el comercio se arruina, porque, con la desmonetización del papel, el salario no basta para las primeras necesidades de la vida y se han suspendido los negocios y no se cumplen las obligaciones; soportar la miseria dentro del país y esperar la hora de la bancarrota internacional que nos deshonraría ante el extranjero; resignarse y sufrir todo fiando nuestra suerte y la de nuestra posteridad a lo imprevisto y a la evolución del tiempo, sin tentar el esfuerzo supremo, sin hacer los grandes sacrificios que reclama una situación angustiosa y casi desesperada, sería consagrar la impunidad del abuso, aceptar un despotismo ignominioso, renunciar al gobierno libre y asumir la más grave responsabilidad ante la patria, porque hasta los extranjeros podrían pedimos cuenta de nuestra conducta, desde que ellos han venido a nosotros bajo los auspicios de una Constitución que los ciudadanos hemos jurado y cuya custodia nos hemos reservado como un privilegio, que promete justicia y libertad a todos los hombres del mundo que vengan a habitar el suelo argentino.
La Junta Revolucionaria no necesita decir al pueblo de la Nación y a las naciones extrañas los motivos de la revolución, ni detallar cronológicamente todos los desaciertos, todos los abusos, todos los delitos, todas las iniquidades de la administración actual.
El país entero está fuera de quicio, desde la Capital hasta Jujuy.
Las instituciones libres han desaparecido de todas partes: no hay República, no hay sistema federal, no hay gobierno representativo, no hay administración, no hay moralidad. La vida política se ha convertido en industria lucrativa.
El Presidente de la República ha dado el ejemplo, viviendo en la holgura, haciendo la vida de los sátrapas con un menosprecio inaudito por el pueblo y con una falla de dignidad que cada día se ha hecho más irritante. Ni en Europa ni en América podía encontrarse en estos tiempos un gobierno que se le parezca; la codicia ha sido su inspiración, la corrupción ha sido su medio. Ha extraviado la conciencia de muchos hombres con las ganancias fáciles e ilícitas, ha envilecido la administración del Estado obligando a los funcionarios públicos a complacencias indebidas y ha pervertido las costumbres públicas y privadas prodigando favores que representan millones.
El mismo ha recibido propinas de cuanto hombre de negocio ha mercado en la Nación, y forma parte de los sindicatos organizados para las grandes especulaciones, sin haber introducido capital ni idea propia, sino la influencia y los medios que la Constitución ponía en sus manos para la mejor administración del Estado. En cuatro años de gobierno se ha hecho millonario, y su fortuna acumulada por tan torpes medios se exhibe en bienes valiosísimos cuya adquisición se ha anunciado por la prensa. Su participación en los negocios administrativos es notoria, pública y confesada. Los presentes que ha recibido, sin noción de la delicadeza personal, suman cientos de miles de pesos y constan en escrituras públicas, porque los regalos no se han limitado a objetos de arte o de lujo; han llegado a donaciones de bienes territoriales, que el público ha denunciado como la remuneración de favores oficiales.
Puede decirse que el ha vivido de los bienes del Estado y que se ha servido del erario público para constituirse un patrimonio propio.
Su clientela le ha imitado; sujetos sin profesión, sin capital, sin industria, han esquilmado los Bancos del Estado, se han apoderado de las tierras públicas, han negociado concesiones de ferrocarriles y puertos y se han hecho pagar su influencia con cuantiosos dineros.
En el orden público ha suprimido el sistema representativo hasta constituir un congreso unánime sin discrepancia de opiniones, en el que únicamente se discute el modo de caracterizar mejor la adhesión personal, la sumisión y la obediencia pasiva.
El régimen federativo ha sido escarnecido; los gobernadores de provincia, salvo rara excepción, son sus lugartenientes; se eligen, mandan, administran y se suceden según su antojo: rendidos a su capricho. Mendoza ha cambiado en horas de gobernador como en los tiempos revueltos de la anarquía. Tucumán presenció una jornada de sangre, fraguada por la intriga para incorporarla al sistema del monopolio político; ha habido elección de gobernador que no ha sido otra cosa que un simple acto de comercio. Entre Ríos, bajo la ley marcial, acaba de recibir la imposición de un candidato resistido por la opinión pública. Córdoba ha sido el escenario de un Juicio político inventado para arrojar del gobierno a un hombre de bien: hoy día es un aduar; la sociedad sobrecogida vive con los sobresaltos de los tiempos, de Bustos y Quiroga. Las demás provincias argentinas están reducidas a feudos: Salta, la noble provincia del norte, ha sido enfeudada y enfeudadas están igualmente al Presidente, Santiago y Corrientes, La Rioja, Jujuy, San Luis y Catamarca. Jamás argentino alguno ejerció mando más ofensivo ni más deprimente para las leyes de una Nación libre.
En el orden financiero los desastres, los abusos, los escándalos, se cuentan por días. Se ha hecho emisiones clandestinas para que el Banco Nacional pague dividendos falsos, porque los especuladores oficiales habían acaparado las acciones y la crisis sorprendió antes de que pudieran recoger el botín. El ahorro de los trabajadores y los depósitos del comercio se han distribuido con mano pródiga en el círculo de los favoritos del poder que han especulado por millones y han vivido en el fausto sin revelar el propósito de cumplir jamás sus obligaciones. La deuda pública se ha triplicado, los títulos a papel se han convenido, sin necesidad, en títulos a oro, aumentando inconsiderablemente las obligaciones del país con el extranjero; se ha entregado a la especulación más de cincuenta millones de pesos oro que había producido la venta de los fondos públicos de los Bancos garantidos, y hoy día la Nación no tiene una sola moneda metálica y está obligada al ser vicio en oro de más de ochenta millones de títulos emitidos para ese fin; se vendieron los ferrocarriles de la Nación para disminuir la deuda pública, y realizada la venta se ha despilfarrado el precio; se enajenaron las obras de salubridad, y en medio de las sombras que rodean ese escándalo sin nombre, el pueblo únicamente ve que ha sido atado, por medio siglo, al yugo de una compañía extranjera, que le va a vender la salud a precio de oro; los Bancos garantidos se han desacreditado con las emisiones falsas; la moneda de papel está depreciada en doscientos por ciento y se aumenta la circulación con 35 millones de la emisión clandestina, que se legaliza, y con cien millones, que se disfrazan con el nombre de bonos hipotecarios, pero que son verdaderos papel moneda, porque tienen fuerza cancelatoria; cuando comienza la miseria se encarece la vida con los impuestos a oro; y después de haber provocado la crisis más intensa de que haya recuerdo en nuestra historia, ha estado a punto de entregar fragmentos de la soberanía para obtener un nuevo empréstito, que también se habría dilapidado, como se ha dilapidado todo el caudal del Estado. Esta breve reseña de los agravios que el pueblo de la Nación ha sufrido, está muy lejos de ser completa. Para dar idea exacta sería necesario formular una acusación circunstanciada y prolija de los delitos públicos y privados que ha cometido el jefe del Estado contra las instituciones, contra el bienestar y el honor de los argentinos. El pueblo la hará un día y requerirá su castigo, no para calmar propósitos de venganza personal, sino para consagrar un ejemplo y para dejar constancia que no se puede gobernar la República sin responsabilidad y sin honor. Conocemos y medimos la responsabilidad que asumimos ante el pueblo de la Nación; hemos pensado en los sacrificios que demanda un movimiento en el que se compromete la tranquilidad pública y la vida misma de muchos de nuestros conciudadanos; pero el consejo de patriotas ilustres, de los grandes varones, de los hombres de bien, de todas las clases sociales, de todos los partidos, el voto íntimo de todas las provincias oprimidas, y hasta el sentimiento de los residentes extranjeros, nos empuja a la acción y sabemos que la opinión pública bendice y aclama nuestro esfuerzo, sean cuales fueren los sacrificios que demande.
El movimiento revolucionario en este día no es la obra de un partido político. Esencialmente popular e impersonal, no obedece ni responde a las ambiciones de círculo u hombre público alguno. No derrocamos el gobierno para separar hombres y sustituirlos en el mando; lo derrocamos para devolverlo al pueblo a fin de que el pueblo lo reconstituya sobre la base de la voluntad nacional y con la dignidad de otros tiempos, destruyendo esta ominosa oligarquía de advenedizos que ha deshonrado ante propios y extraños las instituciones de la República. El único autor de esta revolución, de este movimiento sin caudillo, profundamente nacional, larga, impacientemente esperada, es el pueblo de Buenos Aires que, fiel a sus tradiciones, reproduce en la historia una nueva evolución regeneradora que esperaban anhelosas todas las provincias argentinas.
El ejercito nacional comparte con el pueblo las glorias de este día; sus armas se alzan para garantir el ejercicio de las instituciones. El soldado argentino es hoy día, como siempre, el defensor del pueblo, la columna más firme de la Constitución, la garantía sólida de la paz y de la libertad de la República. La Constitución es la ley suprema de la Nación, es tanto como la bandera, y el soldado argentino que la dejara perecer sin prestarle su brazo, alegando la obediencia pasiva, no seria un ciudadano armado de un pueblo libre, sino el instrumento o el cómplice de un soberano déspota.
El ejercito no mancha su bandera ni su honor militar, ni su bravura, ni su fama, con un motín de cuartel. Sus soldados, sus oficiales y sus jefes han debido cooperar y han cooperado a este movimiento, porque la causa del pueblo es la causa de todos; es la causa de los ciudadanos y del ejercito; porque la Patria está en peligro de perecer y porque es necesario salvarla de la catástrofe.
Su intervención contendrá la anarquía, impedirá desórdenes, garantizará la paz. Esa es su misión constitucional y no la tarea oscura, poco honrosa, de servir de gendarmería urbana para sofocar las libertades públicas. El período de la revolución será transitorio y breve; no durará sino el tiempo indispensable para que el país se organice constitucionalmente. El gobierno revolucionario presidirá la elección de tal manera que no se suscite ni la sospecha de que la voluntad nacional haya podido ser sorprendida, subyugada o defraudada. El elegido para el mando supremo de la Nación será el ciudadano que cuente con la mayoría de sufragios, en comicios pacíficos y libres, y únicamente quedarán excluidos como candidatos los miembros del gobierno revolucionario, que espontáneamente ofrecen al país esta garantía de su imparcialidad y de la pureza de sus propósitos.

Por la Junta Revolucionaria.L. N. ALEM, A. del Valle, M. Demaría, M. Goyena, Juan José Romero, Lucio V. López.

¿Coimas en el Senado de la Nación?



LEER HASTA EL FINAL. ESTÁ FIRMADO, CON CASILLA DE CORREO Y NÚMERO DE DOCUMENTO!!!
Subject: OTRA VEZ COIMAS EN EL SENADO
Estimados amigos:
Este es el último mail que reciben desde esta dirección, ya que estoy dejando este laburo y me voy del país. Algunos de ustedes ya saben porque y otros se están enterando ahora. Estos últimos meses fueron de mucho stress para mi y me la banqué como siempre. Lo de las amenazas ya fue mucho, pero lo que colmó el vaso fue que mi hijo de 5 años me preguntara 'papá, vos sos ladrón?'.
Por eso me animo a contarlo todo y a pedirles a ustedes mis amigos que me ayuden, por que nuestros hijos no se merecen lo que está pasando. En este país donde no hay Justicia y donde los medios de comunicación están comprados la única posibilidad que nos queda es esta.
Con esto de las retenciones estamos viviendo un nuevo caso de coimas en el Congreso, mucho peor que el de la Banelco. Yo sé lo que les digo porque la veo de adentro, algunos de ustedes me vieron por la televisión el día del debate de los diputados. En todos los años que llevo en la política me tocó armar muchas transas, pero nunca vi algo como esto.
Para que se den una idea de lo que está saliendo esta jodita, lean el Boletín Oficial del 7 de julio, donde aparece la decisión administrativa 310 de jefatura de gabinete. Son 2510 millones de pesos que se reasignaron, y teóricamente fueron a parar al Ministerio de Planificación. No se crean que todo fue a parar a arreglar diputados. De Vido estuvo manejando la caja de los actos, las carpas y las propagandas. A nosotros nos quedaron 500 palos para arreglar en el congreso.
A algunos se los convenció con subsidios y obras pero otros pidieron cash. No tengo la cifra exacta de lo que cobró cada uno, pero les puedo decir que en diputados hubo 8 que se llevaron la guita en mano para cambiar el voto Julio Arriaga, Lorena Rossi, Hugo Cuevas, Carolina Moisés, Leonardo Gorbacz, Marta Osorio, Osvaldo Salum y Griselda Herrera.
De los senadores les puedo decir que están pidiendo entre 8 y 15 palos por cabeza, y que los que ya sabemos que van a cobrar son Juan Carlos Martínez, Rosa Díaz, Elena Corregido, Silvia Gallego, Isabel Viudes, Horacio Lores y Ramón Saadi.
Les juro que me da miedo tener que volver a empezar en otro lado pero esto no da para más. La cosa se está poniendo pesada estos tipos están relocos. Yo voy a estar bien y seguro que cuando las cosas cambien voy a poder volver. Lo que les pido es que me den una mano difundiendo este mail. No borren ni mi nombre ni mi dirección de mail para que la gente sepa de donde viene. Para los que no me conocen mi DNI es 17307854.
Un abrazo y hasta la vuelta:

Dr. Pablo V. Vargas
Asesor
Secretaría de Gabinete y Relaciones Parlamentarias
Jefatura de Gabinete de Ministros – Presidencia de la Nación
4331-1951 al 59, interno 4387
pvargas@jgm.gov.ar

EL 3 DE JULIO DE 1933 MURIÓ HIPÓLITO YRIGOYEN


Por Enrique Pereira, secretario de Formación Política del Comité Nacional de la UCR
Setenta y cinco años nos separan del día de la muerte de uno de los ejemplos mas permanentes de la historia grande de la Argentina: Hipólito Yrigoyen, cofundador de la Unión Cívica Radical, hacedor con su lucha de mas de un cuarto de siglo, de la democracia argentina, que "reventó" su fortuna al servicio de la Causa y terminó, ya anciano, derrocado por los intereses poderosos que empezaron a rifar a nuestra tierra tras la infame actividad criminal encabezada por el sujeto José Uriburu y sus sicarios de la vieja oligarquía.Entre los presos de esa dictadura estaba, honrosamente. el General, con mayúsculas, e ingeniero civil Don Enrique Mosconi.Algunos personajes ilustres, que saludaron la caída del sistema republicano, a pocas semanas no sabían donde meterse de la vergüenza.Leamos estas líneas publicadas en la "Historia del Radicalismo", que dirigió Mario Monteverde:"Tal como monseñor De Andrea, que después de saludar a los golpistas setembrinos, se rectificó y acompañó a Yrigoyen en sus últimos momentos, el Alfredo Palacios también formó parte de la legión de los arrepentidos. En el 30 se movió contra Yrigoyen, pero a las pocas horas de la usurpación del poder se pronunció en contra del intento antidemocrático. A la muerte de don Hipólito Yrigoyen, el legislador socialista, de larga trayectoria, formuló numerosas declaraciones en las que destacó elogiosamente distintos aspectos de la personalidad del ex presidente."De una de las expresiones periodísticas de la época -diario 'Crítica' , edición del 4 de julio de 1933, se transcribe esta declaración de Palacios:""He recibido la noticia de la muerte del señor Hipólito Yrigoyen con la más profunda emoción. Como argentino, no puedo menos que inclinarme respetuoso ante el cadáver de un hombre que tan hondamente se adentró en el corazón de gran parte del pueblo, logrando así confundir su vida en la historia argentina de los últimos cincuenta años.""No seré yo, por cierto, el que en este instante trate de juzgar los actos del desaparecido, ya sea como hombre público o como gobernante.""La historia, cuando se serenen los ánimos y se aquieten las pasiones, será la que se encargue de confrontar la actuación con los grandes intereses nacionales de esa época determinada. Para mí el señor Yrigoyen fue un colaborador decisivo en la promulgación de la Ley Sáenz Peña, que dio a nuestro pueblo la efectividad del sufragio y a la Nación su definitivo encauzamiento por la vía de la democracia hacia la realización de su destino americano.""Yo nunca vi al señor Yrigoyen, pero un imperioso deber de ciudadano me obliga a que me incline ante sus despojos mortales, porque fueron los de un gran ciudadano argentino cuya honradez y austeridad pueden constituir un ejemplo."Hasta aquí la cita. Han pasado mucho años más de los planteados por el dirigente socialista y vemos, con emoción, que Yrigoyen sigue vivo y sus detractores están exactamente donde deben estar: en el basurero de los desperdicios de la Historia.Allí figuran como golpistas, entreguistas, estafadores de la voluntad ciudadana, y unos cuantos como vulgares coimeros y ladrones.Yrigoyen es ya del pueblo todo, pero con cierto sano egoísmo y legítimo orgullo, tenemos la obligación de recordar y recordarnos que fue un eminente militante de nuestra Unión Cívica Radical.
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